Consagrada en 1736, es uno de los sitios turísticos más visitados en la ciudad de Antigua Guatemala. Fue aprobada por Felipe V en 1725 justo a la llegada de la Orden de Clarisas Capuchinas a la población.1 La obra fue iniciada en 1731 y consagrada el año de 1736 bajo la supervisión de Diego de Porres; de hecho, fue el último convento fundado de la urbe y el primero que abandonó el hábito de exigir dote para las nuevas internas, circunstancia que había impedido a jóvenes de escasos recursos acoger la vida religiosa. La rutina diaria de las profesas estaba regida por una estricta reglamentación que incluía las reglas máximas de pobreza, penitencia y ayuno; asimismo, debían subsistir de las limosnas proveídas por los fieles.