El 8 de septiembre de 1701 el padre provincial José González puso la primera piedra de un templo cuyas obras concluyeron en 1715, gracias al celo de José de Porres y de su hijo Diego. Por lo que concierne al recinto conventual, fue en 1708 cuando los obreros dieron los últimos toques a los claustros, las celdas, la enfermería, la botica, la sala de estudios y la biblioteca. Asimismo, en uno de los flancos de dicha edificación, fue construida la Casa de Recoletos, que sirvió a modo de hospital y albergue.